A diez años de la tragedia de Haití: Bomberos Tercerinos recuerdan su experiencia
El 12 de enero de 2010, un terremoto grado 7 en la escala de Richter afectó a la capital de Haití, Puerto Príncipe dejando prácticamente el 65% de la ciudad en ruinas.
A petición del Ministerio de Defensa, el Grupo Fuerza de Tarea -actualmente denominado USAR- de Santiago, Ñuñoa y Viña del Mar fue movilizado para apoyar la búsqueda de María Teresa Dowling, esposa del General de Brigada Ricardo Toro, quien se desempeñaba como 2° Comandante de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
A diez años de la tragedia, los bomberos tercerinos que participaron de la misión los Srs. Maximiliano Jiménez Cortés y Manuel Mendoza Carrasco, recuerden la experiencia vivida.
Enero de 2010 y mientras disfrutaba de mis vacaciones en Bahía Inglesa, me entero del terremoto que había azotado a la capital de Haití, Puerto Príncipe, con muchos muertos y heridos. A la sazón, Capitán de La Heroica e integrante titular de la otrora “Fuerza de Tarea” actual Grupo USAR Santiago, comienzo a buscar información y a ponerme en contacto con el entonces Inspector del Departamento de Búsqueda y Rescate Urbano Mauricio Muñoz, con quien cada día íbamos actualizando la información del terremoto y la posibilidad que una parte de la Fuerza de Tarea viajara debido a la magnitud del terremoto.
Pasados los primeros días, nos enterábamos que dos chilenas estaban dentro de las personas desaparecidas; La primera, Andrea Loi quien era abogada y trabajaba para la ONU en la misión de paz. La segunda, María Teresa Dowling quien era esposa del General Ricardo Toro, segundo hombre en la cadena de mando de la misión y que falleciera en el Hotel Montana, uno de los más lujosos de Puerto Príncipe, ubicado en un cerro cercano a la ciudad y que permitía apreciar prácticamente la ciudad en todo su esplendor.
El día jueves de esa semana ya sonaba fuerte la posibilidad de viajar. El Comandante Goñi había ya sido contactado para una posible activación la que con el pasar de las horas y los días, se transforma en una realidad. Es así como el día domingo 18 de enero, 6 días después del terremoto, se activara la Fuerza de Tarea, convocando a 21 bomberos del Cuerpo de Bomberos de Santiago y que pertenecíamos a ella. El día domingo fue de reuniones y de ir la Clínica UC a ponernos las primeras vacunas ya que Haití necesitaba ciertos resguardos médicos para salvaguardar la salud de los que viajábamos.
El lunes 19 fuimos citados a las 07 horas en el cuartel de la Primera Compañía para comenzar con el proceso. Partimos por ir todos juntos a las siguientes vacunas (2 en total) más las famosas pastillas de cloroquina que debíamos ingerir diariamente. Por la tarde tuvimos que ir a dejar nuestros equipos al Grupo 10 de la FACH donde con unos formularios de viaje entregábamos las cerca de 4 toneladas de equipos, herramientas, alimentos y equipaje que transportábamos hasta Haití.
El mismo lunes a eso de las 22 horas, nuestro viaje era una realidad inminente. Ya estamos en la sala de embarque del Grupo 10 y los nervios se pueden apreciar en las caras de todos los bomberos que integran esta gran Fuerza de Tarea compuesta por 21 bomberos del Cuerpo de Bomberos de Santiago, 10 del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa y 10 del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar. La sala de embarque colmada de nuestras autoridades bomberiles, de autoridades civiles, personal de la FACH, algo de prensa y nosotros prontos a subirnos al Hércules C-130 número 8 que por 19 horas fuera nuestro transporte.
Y llegó la hora. A las 00:20 horas del martes 20 de enero, despegaba de Santiago el avión con destino a Puerto Príncipe, con escalas en Iquique, Guayaquil y Ciudad de Panamá. Pero aterrizar en Puerto Príncipe no era tarea fácil debido al alto flujo de aviones con ayuda humanitaria que estaban llegando y la destrucción casi total del aeropuerto, razón que nos tuvo algo así como 45 minutos en la fila de descenso. Cuando logramos aterrizar teníamos 15 minutos para descargar el avión, pues debía salir hacia Santo Domingo para trabajar en el puente aéreo que trasladaba la ayuda humanitaria.
El viaje fue de planificación, de organizar el campamento, de formar los grupos de trabajo y pensar con que nos podríamos encontrar. Al llegar a Puerto Príncipe, el mando se traslada de manera inmediata al Hotel Montana mientras los que quedamos en el aeropuerto cargamos los camiones de la ONU y partimos en una ciudad oscura, llena de gente en las calles haciendo comida, edificios que en penumbra se apreciaban derrumbados y un olor muy especial….había pasado una semana y no se habían efectuado labores de rescate en gran parte de la ciudad…ese olor era olor a muerte, a destrucción y dolor.
Nuestras primeras dos horas fueron de armar campamento mientras en paralelo, el líder y su equipo planificaban el comienzo de las operaciones. Se tomaron decisiones importantes, como lo fue determinar que los bomberos chilenos trabajaríamos 24 horas con tres turnos rotativos de 8 horas cada uno. Pero con el pasar de las horas el turno se fue modificando a 10 o 12 horas diarias con descansos de 5 o 6… nuestra misión nos impedía dormir, el calor no tan agobiante tampoco y la humedad nos dejaba bastante cansados.
Las horas del día nos mostraron una realidad que jamás pensamos que seríamos capaces de apreciar a pesar de todos los cursos e imágenes que por años habíamos visto. La realidad supera la ficción y nadie podría decir lo contrario. La destrucción era total; el edificio principal caído, el estacionamiento con un colapso general pero en pie, la piscina quebrada en dos permitió armar nuestra base de operaciones y dejar algo de agua para los baños. El edificio secundario en su lugar con un colapso tipo panqueque…..solo nos dejaba ver losas y escombros y era uno de los potenciales lugares donde podría encontrar a María Teresa.
En el hotel había equipos de EEUU, Brasil, Francia, Ecuador, Corea y Chile, en la búsqueda de a lo menos 40 víctimas entre trabajadores y pasajeros del hotel. Las operaciones dieron frutos muy pronto ya que en los procesos de búsqueda aparecían cuerpos que procedíamos a recuperar y trasladar hasta la morgue improvisada que se había constituido luego del acceso principal del hotel que estaba fuertemente resguardado por personal de la misión de la ONU.
Y así pasaron los días y las noches. Se trabajaba en largas y extenuantes jornadas, pero no importaba, teníamos el ímpetu de un grupo USAR joven y la necesidad de demostrar de lo que éramos capaces. Cada grupo subía con equipos, herramientas y máquinas para romper hormigón y fierros.
El jueves tuvo un atardecer distinto, con emociones distintas y una suerte de premonición que dio sus frutos a las 4 de la madrugada aproximadamente. Cuando Carolina Echeverría, entonces Subsecretaria de Defensa se despidió de nosotros, nos dijo; esta noche habrá noticias. Y se cumplió. Sentimientos encontrados surgieron a todos cuando se le pidió a Manuel Mendoza que indicara si las manchas de una bicicleta del gimnasio al cual habían logrado acceder los equipos de rescate, correspondía a sangre humana. Con esa confirmación cercana a las 02 am del viernes aparecen las primeras señales que habíamos encontrado el cuerpo de María Teresa Dowling. Lo que vino después fue poner a prueba todo nuestro entrenamiento y capacidad.
A las 09 horas del viernes se había logrado la misión de encontrar y recuperar el cuerpo de la esposa del General Ricardo Toro. Se ordenó una formación de todos los equipos de rescate para rendir un homenaje por la tragedia y con eso afloraron las emociones. Los bomberos chilenos le dábamos tranquilidad a una familia y demostrábamos al mundo que el voluntariado puede tanto o más que si somos rentados.
El día sábado, 6 días después de iniciado el viaje, comenzábamos con la desmovilización de la Fuerza de Tarea chilena. Ahora, con luz de día, podíamos apreciar el verdadero grado de destrucción que sufrió Puerto Príncipe, el que a mi parecer, alcanzó a un 80% de la ciudad. Los mismos camiones militares de la ONU que nos llevaron hacia el hotel Montana, ahora nos transportaban a la base de helicópteros chilena para esperar el mismo avión hércules que nos llevaría de regreso a Chile. En el mismo vuelo iba el cuerpo de María Teresa, el General Ricardo Toro y su familia quienes quisieron viajar junto a los bomberos que habían ido a buscar a su esposa.
A las 10 horas del domingo 25 de enero de 2010, aterrizamos en Santiago. Ahora debíamos descansar y analizar lo vivido. Pero lo más importante con la satisfacción del deber cumplido. Ese deber auto impuesto, voluntario y no remunerado que muchos no entienden, pero que ha sabido demostrar al mundo, de lo somos capaces los bomberos chilenos.
Voluntario Honorario Maximiliano Jiménez Cortés
Hace diez años era Inspector del Departamento Médico, recuerdo que la Central de Alarmas me avisa que el Comandante Don Cristóbal Goñi E., necesita que me apersone en su oficina en forma urgente.
Así lo hago y me informa que existen posibilidades que una delegación del Grupo de Rescate USAR, viaje a Haití, a la ciudad de Puerto Príncipe a realizar labores de búsqueda y rescate, debido al terremoto ocurrido en ese país, con la misión específica de buscar a la Sra. María Teresa Dowling M, esposa del General Ricardo Toro T. 2º Comandante de las Fuerzas Militares MINUSTAH, la que se encuentra desaparecida. Además, me indica que deberé viajar para estar a cargo de la salud de todo el grupo de rescatistas, conformado por voluntarios de los Cuerpos de Bomberos de Santiago, Ñuñoa y Viña del Mar.
Solicita hacer un listado de requerimientos de salud para el viaje, así lo hago y me hago asesorar por el Doctor Miguel Marchesse R, médico adscrito al Departamento. Se hace el listado y comienza la búsqueda de los insumos y ubicar la gran cantidad de vacunas y medicamentos para ingresar sin riesgos de salud al país, todo en menos de 48 hrs. Se logran comprar los insumos, desde bloqueador solar hasta medicamentos específicos. Además, todos los que viajan deben ser vacunados contra fiebre amarilla, tétanos, malaria, etc., además de maga dosis de «cloroquina» que deben ser ingeridas oralmente mientras estemos en Haití.
Iniciamos el viaje en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea de Chile, no está demás decir que es un avión para traslado de tropas y carga que no tiene ninguna comodidad, muy bullicioso, sin asientos, sin baños y con poca autonomía de vuelo, realizamos escalas de abastecimiento de combustible y demoramos más de 24 hrs el llegar a la ciudad de Puerto Príncipe, en donde al aterrizar tuvimos que descargar el avión en 20 minutos.
Al bajar del avión nos golpea la gran humedad y sorprende ver una gran cantidad de féretros a un costado de las pistas, eran ciudadanos brasileros que habían fallecido a consecuencia del terremoto y que serían repatriados.
De inmediato nos reunimos con el General Toro, quien nos entrega detalles de lo ocurrido e indica donde iniciar las labores de búsqueda de su esposa. Con escolta militar y en camiones de la ONU nos dirigimos al Hotel completamente en ruinas, donde iniciaríamos la búsqueda y sería el lugar en donde instalaríamos nuestro campamento base.
La impresión al llegar a nuestro lugar de búsqueda fue impactante, un Hotel 5 estrellas de gran lujo, completamente derrumbado y en ruinas, sólo un comedor y la piscina estaban relativamente en pié, además de un aroma muy peculiar que luego se nos haría habitual.
En el punto de trabajo se realizan diversas reuniones de coordinación con grupos de rescate de diferentes países, Corea, Japón, Estados Unidos, México, España, Francia, etc., para distribuir las zonas de búsqueda.
Instalados nuestros enceres y carpas se inicia la búsqueda, se divide a los rescatistas en varios grupos de trabajo tal forma de operar las 24 hrs del día.
Mi labor consistió en estar atento a cualquier accidente y dar la primera atención a los lesionados y determinar si se requiere traslado terrestre a aéreo al hospital de las fuerzas militares de paz apostadas en la ciudad, además de entregar la mega dosis de los medicamentos que debíamos ingerir tres veces al día. También estar a cargo de la logística. Afortunadamente los lesionados fueron pocos, muchos raspones, ampollas, objetos extraños menores en ojos, síntomas de resfrió, etc. nada grave, salvo un voluntario de C.B de Ñuñoa que sufrió un shock anafiláctico y que fue tratado rápidamente en el campamento base.
Al tercer día de trabajo, cerca de las 2 am, al estar excavando en lo que debió haber sido el gimnasio del Hotel, se encuentran los restos de quien debería ser la Sra. María Teresa Dowling, según las referencias que teníamos de sus vestimentas y reloj. Recuerdo que fuimos a buscar al General Toro, para que él reconociera las pertenencias, lo hizo y se logró extraer el cuerpo de entre los escombros para que fuera confirmada la identidad por peritos de la PDI, luego de esto, y siendo cerca de medio día se realizó un emotiva formación y minuto de silencio al paso de los restos de la Sra. María Teresa Dowling.
La misión había sido totalmente exitosa, además de la Sra. Dowling se habían recuperado los cuerpos de cerca de diez personas más.
Al llegar a Chile el sábado tuvimos un gran recibimiento, tanto de las autoridades del Cuerpo, como de las Fuerzas Armadas y de la prensa nacional que cubrió ampliamente el trabajo realizado por los rescatistas.
El lunes siguiente fuimos citados al Hospital Militar, en donde nos realizaron gran cantidad de exámenes de laboratorio para evaluar nuestra condición, además de exámenes psicológicos los que indicaron que todos regresamos totalmente sanos.
Como conclusión: una de las mayores experiencias de vida que he tenido, desde todo punto de vista, el trabajo en equipo, trabajo bajo presión, compañerismo, conocer rescatistas de otros países, etc… ¿Si lo volvería a hacer?? Si cien por ciento seguro.
Voluntario Honorario Manuel Mendoza Carrasco