José Luis Claro Cruz. A 122 años de su partida.
Durante la madrugada de un 21 de junio en un lejano 1901, a los 75 años de edad, partía hacia la eternidad don José Luis Claro Cruz. El viejo Cuartel de Santo Domingo, y una placa colocada entre los restaurantes del portal Fernández Concha recuerdan la existencia de tan peculiar ciudadano en un Santiago moderno, que circula al ritmo de la vorágine del día a día de nuestra Capital.
Pero quedar en eso, es desconocer el espíritu inquieto y la agitada vida de uno de los más prominentes ciudadanos de su época. José Luis, hijo de Vicente Claro y Carmen de la Cruz, en medio del siglo donde se funda nuestra República, a sus 25 años fue parte de la revolución de 1851, junto a renombrados ciudadanos como Benjamín Vicuña Mackenna y Francisco Bilbao, quienes tras ser derrotados viven el destierro desde California, EEUU.
Años más tarde, y en una joven patria que había logrado la calma nuevamente, José Luis retorna a Chile, formando su familia junto a doña Amelia Solar y sus hijos Luis y Raúl Claro Solar.
Más allá de la adultez que sus 37 de vida años le habían dado, la conciencia cívica y el espíritu de servicio por su patria, por su comunidad, no se habían extinguido. Es así, como tras la tragedia que cobrase más de 2.000 almas aquel fatídico 8 de diciembre de 1863, es el ciudadano Claro quien de puño y letra invita a aquellos vecinos, que, ante tal tragedia y movidos por el más profundo ejemplo de civismo voluntario, quieran formar una Compañía de Bomberos, para trabajar por la ciudad y evitar que una desgracia de esta envergadura volviera a suceder.
Al llamado de José Luis, concurrieron tantos que no fue una, sino cuatro las Compañías fundadas un 20 de diciembre, 12 días después del incendio de la Iglesia de la Compañía.
Fundados los Bomberos de Santiago, y siendo parte de esta noble falange de servidores de la humanidad, el espíritu de José Luis Claro no deja de inquietarse con los conflictos políticos del fin del siglo XIX, y toma parte en la Guerra Civil de 1891 como constitucionalista, alineándose bajo las defensas del Presidente Balmaceda. Tras el triunfo Congresista, y luego de pasar un periodo recluido, el primer Capitán de la Bomba del Poniente retoma sus funciones al servicio de su querida institución, el Cuerpo de Bomberos de Santiago, hasta el día de su partida.
A 122 años de su fallecimiento, y más allá de los merecidos honores y reconocimientos que se le han realizado, el inquieto espíritu de José Luis Claro sigue vivo, recorriendo las calles de Santiago en un rojo corcel que lleva su nombre, tripulado por ciudadanos que, casi 160 años más tarde, siguen respondiendo al llamado del servicio, que un día 9 de diciembre de 1863 y en el diario El Ferrocarril el Fundador inscribiera.
***
Es también, preciso compartir el discurso que nuestro Director expresara en la Sesión del Directorio de la Institución, el día jueves 22 de junio, al cumplirse un nuevo aniversario del fallecimiento del Fundador.
Sr. Superintendente:
Permítanseme solo 3 minutos para hacer un breve Homenaje al Fundador del Cuerpo de Bomberos de Santiago.
En el día de ayer 21 de Junio, se cumplieron 122 años del fallecimiento de Don José Luis Claro Cruz.
Pronto a celebrarse el Centésimo Sexagésimo aniversario de la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, hemos de recordar al hombre que diera vida a nuestra institución.
Pasada la tragedia del Incendio de la Iglesia de la Compañía, Don José Luis Claro hace publicar el famoso aviso, en los diarios El Ferrocarril y La Voz de Chile llamando a formar “UNA COMPAÑÍA DE BOMBEROS”.
Desde ese momento don José Luis empezó a vivir un período de setenta y dos horas de angustia, ¿se escucharía su llamado?, ¿habría repuesta?; se reunió con sus conocidos, algunos lo alentaban y solidarizaban con él, otros analizaban latamente los pro y los contra. ¿No debería ser responsabilidad del gobierno tener una asociación que se dedique a combatir los incendios? argumentaban los más pesimistas. Don José Luís, pensando en positivo, prestaba atención a todos los comentarios. Pocas horas faltaban para saber si su llamado sería escuchado.
A primera hora del día lunes catorce, don José caminó presuroso hasta su oficina ubicada frente a la Plaza de Armas. Consiguió con vecinos algunas sillas y las dispuso en su oficina, De seguro se dijo, “¡con quince basta!”. La hora de la citación llegó. Los primeros en ingresar fueron Wenceslao Vidal, Meiggs, Besa, Gallo, Abasolo, Matta y en pocos minutos los asistentes sumaban ¡más de ciento cincuenta!.
Tomaron los primeros acuerdos, la base de un cuerpo de bomberos, y el más importante: reunirse el próximo domingo 20 a la una del día en los salones del Casino de la Filarmónica para nombrar oficiales, lugar que fue ofrecido espontáneamente por don Wenceslao Vidal.
Pero ¿Quién era José Luis Claro? ¿Por qué no está en ese maravilloso cuadro que engalana este Salón De Directorio?
Don José Luis era lo que hoy llamaríamos un emprendedor. Un Pyme. Pero También un revolucionario. Siempre buscando nuevos horizontes y negocios. Enemigo acérrimo de la burocracia. Siempre queriendo HACER cosas.
Es por ello que decide no ser parte de ese primer Directorio y cede su, más que merecido lugar, a su amigo Enrique Meiggs.
El prefiere participar en la nueva Institución desde el primer frente de batalla y toma el cargo de Capitán de su Compañía, la Bomba del Poniente.
Solo treinta y cinco años después, y a proposición del entonces Director de la 6ª Compañía, don Carlos Toribio Robinet el Directorio aprobó el nombramiento de Director Honorario del Cuerpo de Bomberos a José Luís Claro (décimo cuarto Director Honorario) en razón “a la importante participación que le correspondió a éste, cuando se echaron las primeras bases del Cuerpo de Bomberos”.
Su biografía señala que fue hijo de Vicente Claro Montenegro y de Carmen de la Cruz Prieto. Participó en la Revolución contra el gobierno de Manuel Montt, que al ser sofocada provocó su exilio. A su regreso a Chile, contrajo nupcias con Amelia Solar Marin de cuyo matrimonio nacieron el jurista Luis Claro Solar y el diputado Raúl Claro Solar. Hoy, uno de sus descendientes, ocupa un lugar en este Directorio.
Históricamente, hemos sido injustos con nuestro Fundador. Recordemos que es el Director Honorario Nº 14, debiendo haber sido el primero.
Hasta hace algunos años, el Museo Institucional, llevaba su nombre. Hoy NO. Cuando la Institución bautizó con su nombre el Cuartel General, el Museo perdió su nombre.
Los restos del Fundador, descansan en un Mausoleo Familiar, cuya ubicación muchos desconocen y no en el Mausoleo Institucional, lugar que le corresponde.
Circunstancialmente se le han rendido honores en su tumba, cuando debería ser una práctica permanente.
Pronto a cumplirse 160 años de su llamado aún se espera un justo reconocimiento a su obra.
Carlos A. Ayub Asfura
Director